He visto a un tío disparar dentro de un supermercado con una recortada. No era una gran película, pero los disparos hacían buenos agujeros y las caídas eran buenas también. Había una chica. Una pelirroja que trabajaba de camarera. Casi todo el tiempo estaba el tío de la recortada disparando sobre todo lo que se movía y sobre lo que no se movía: botes de tomate frito y cajas de spaguettis. Pero a ratos aparecía la chica, y bueno, ella sabía que aquello no estaba bien, pero aún y así le quería. Él era un tipo duro, con la cara picada, y ella era una de esas camareras de película. Cuando no estaba disparando, el tío iba a recogerla al bar. La subía en su coche y la llevaba a la playa. Ella sabía que no era un santo, pero también sabía que él nunca iba a apuntarla con la recortada. Así que lo pasaba bien. Se tumbaban en la arena. Entraban y salían del agua. Se daban besos y follaban. Ella era todo lo feliz que puede ser una preciosa camarera. Cuando al tío le pillaron, ella estuvo siempre a su lado. Había disparado a niños y a mujeres. El jurado no podía ni mirarle a la cara. Dijeron que era un animal salvaje, pero ella siguió queriéndole. Sabía que lo de la recortada no iba con ella. Siguió queriéndole después de que le frieran en la silla. No era una gran película, ¿sabes?, pero era un gran amor.
De 10 canciones de amor y 7 caminos distintos de vuelta a casa,
De 10 canciones de amor y 7 caminos distintos de vuelta a casa,
Ray Loriga
Esto tampoco fue un gran blog, pero, ya sabes por dónde va: fui todo lo feliz que se podía ser.
Siempre le he tenido miedo a, y no sé qué palabra escoger "claudicar", "renunciar", las dos me gustan y a las dos les temo, siempre le he tenido miedo a claudicar, a renunciar, a dejar lo que es por todo derecho mío, pero tarde o temprano tenía que admitir que esto ya no es el 2005 (y we're not in Kansas anymore). Y quizá, en toda honestidad, esto ya no es tan mío. El blog es una parte de mí que terminó por desprenderse y ahora se tiene que doblar limpia y elegantemente para guardarse con todas las otras cosas que eventualmente me recordarán que aunque ya no es 2005 (o 6 o 7 o hasta 8), alguna vez lo fue, y entonces fui todo lo feliz que se podría ser.
No quiero decir, pero tampoco quiero negar, que escribí cosas aquí de las que estoy orgullosa. Ese es el sentimiento general que me saca del blog. Todo lo que puedo escribir tiene el mismo peso para querer decirlo como para ser considerado ocioso, repetido, cansado e inútil. No es que no tenga caso quedarme, es que no hay manera. Y nunca he sido de forzar. Será que padezco un exceso de self-consciousness o será que se me acabó el autocompadecimiento, pero no es una pena. Otras cosas vendrán.
Y aunque no soy buena en el asunto del desprendimiento, tengo mis consuelos. Digo, total, si se murió Michael Jackson, que no se muera este blog.
Adiós, viejo nabo, adiós.