domingo, mayo 04, 2008

El fin de la parálisis

Lo que hubiera comentado a un post de aquel blog que sí está pero ya no existe; lo que ya no pude decir, porque en mi casa no reviven los muertos:



La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo.

Augusto Monterroso



Y entonces es recordarlo todo, revivir la emoción de los primeros encuentros con esos paraderos. Volver a pararme plena de inocencia frente a la literatura (que me arde de pena ajena y propia nomás de nombrarla por lo que hablar de eso implica) y ver lo que es, lo que abre, lo que representa: las letras que no sólo reúnen nombrando lo que hay, sino que son, que explican, que (re)hacen la vida.

Pocas cosas como el escalofrío de una frase que abre un hueco en el transcurso del tiempo, donde las palabras son algo determinante, revelador. Pocas cosas como la fuerza de un "eso es", ojos que al fin ven; todo lo detenido vuelve a caminar con la libertad de la comprensión.

Eso es, un movimiento perpetuo.

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