Nadie va a salvar a nadie. Nadie quiere a Milhouse. Ojalá me dieran a escoger, aunque si así fuera no sabría qué preferir, si no tener que dormir nunca o poder dormir siempre. El fastidio está en las transiciones. Primero a darle con lo de dormirse: bueno, ya, es muy tarde, tic tac (yo ya no quiero seguir todas las noches vigilando cuándo voy a dormirme, cuándo), y después de muchos intentos, cuando se consigue, apenas y sólo entonces: despertar, y con lo difícil que es. No tiene sentido alguno, no para mí. Yo quiero vivir de corrido.
¿Dónde está mi fast forward? Entiendo que hay que pasar por las cosas, vivencias, que les llaman, pero por qué no está esa opción que hay cuando se tiene que cruzar un pasillo oscuro y propenso a los monstruos de pasar corriendo, sin sentir, sin ver. Yo quiero vivir de corrido y a veces corriendo.
Si me pongo a pensarlo mucho ya ni sé qué me duele; si me asusta lastimar, que me lastimen o que todo sea cierto o que todo sea falso o que sean posibles los términos medios. El problema es que lo que quisiera tener de buena lo tengo de pendeja. Y peor que haré cosas sobre aviso y con qué claridad veo dónde terminaré. Ojalá de menos sirva de algo y a alguien le dé un poquito de gusto mi infelicidad. There she goes, there she goes again.
Pero eso, claro, es sólo si me pongo a pensarlo mucho, lo que también puede ser una perdedera de tiempo. Vamos, vida, que quizá me sorprendes y todo termina bien. Que al final a nadie le duela lo que sea que a mí me esté doliendo justo ahí, en el plexo solar, aunque tal vez, tal vez, no se trata de pedir. Tal vez Graciela tenía razón, siempre la tuvo. Nadie quiere a Milhouse. Tal vez sólo se trata de esperar.
(Pero, ya en serio, ¿dónde putos está mi fast forward?)
2 comentarios:
Those who run seem to have all the fun...
Mejor que fast forward, a mí me gusta pensar que, cuando cierro mis persianas, es como darle fade out al día...
Ehm, ¿pacto, ejem, comentarios, ehm blogs?
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