En la familia (la mía, pero preferiría decir que le pasó al primo de una amiga, para qué quemar) tenían hace tiempo una fea tradición. La tía con tres hijos, entonces pequeños, con poca diferencia de edad entre uno y otro y otro, solía servirles la comida y permitir que sólo tomaran la que quisieran, sin presión. Al terminar, juntaba todo lo que había quedado en una cazuela y en la noche lo servía de nuevo en porciones iguales a los tres. Esto se llamaba comer "sopa de babas". Si uno lo comía completo, otro un bocado y el tercero ni lo probaba, la cena se volvía a juntar y ser servida al día siguiente. La sopa de babas podía extenderse hasta el infinito. Siempre más mezclada. Era servida hasta que por fin se terminara.
Ellos pronto aprendieron que mejor acabar rápido con eso y evitarse el asco y la pena ajena de tan feo sistema de alimentación. Después crecieron y se fueron a otros lugares e hicieron otras cosas (no sé si algo de esto fue mejor) (creo que no).
Ellos pronto aprendieron que mejor acabar rápido con eso y evitarse el asco y la pena ajena de tan feo sistema de alimentación. Después crecieron y se fueron a otros lugares e hicieron otras cosas (no sé si algo de esto fue mejor) (creo que no).
Yo me veo a veces, lo que fue y lo que es y lo que empieza a ser (empiezo a hacer) y pienso entonces en la sopa de babas. Parece que sigo sirviendo lo que sobró una y otra vez, con probadas de otros tiempos, de otras personas y otros actos, buenos y malos, erradísimos algunos, todo mezclado.
A veces, sin embargo, creo que ya he terminado, que puedo tomar algo nuevo, servirlo en el plato limpio, pero no, ahí, en el fondo, donde se guarda todo, quedan todavía restitos mugrosones, mil veces repetidos, y por eso me asusto y me escondo. Hay a quienes preferiría no mezclar.
Es por eso. Sálvate, Zep.
Ya no quiero seguir sirviendo mi sopa de babas para llevar.
7 comentarios:
¿Y si venía un amiguito a cenar? Nooo...
Al menos ya sabe uno a qué atenerse.
algo así hacían en malcom... no?
el caso es que somos todos una sopa de babas, no hay salvación.
Creo que en este caso en particular, puedes aprovechar los restos y usarlos como condimento. Sabiendo limitar los condimentos (sin que oculten por completo el nuevo sabor) tendrías un platillo totalmente nuevo.
Un fuerte abrazo!!
Tu tia es una mujer precavida, ella esta asegurando la subsistencia de sus hijos en caso de hambruna.
Yo admiro a tu tia tan conciente.
Dice Claudia que tengo suficiente panza para tener un bebé gordo y chapeado y además darle de mamar dos años antes de desnutrirme... podría tener un bebé barrigón como los niños africanos, con una mamá flaca de ojos saltones.
AH! Recuerdo haber comentado aquí como a las 5 am, pero creo que no le piqué en publicar or something... es que eran las 5:00 am, ya no respondía muy bien...
Bueno, decía que a veces estar en un lugar, otra vez, es bueno. Tal vez es que debes estar ahí. Lo malo es esa sensación de que uno nomás no cambia, permanecer estático (como esa rola de zurdok, yeah).
Yo tampoco quiero seguir dando mi sopa de babas :(
Excelente post o excelente reflexión más bien. Yo también la sirvo para llevar ¡qué mal! Somos todas unos platos de babas.
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