Casi a la media noche me tomaron de la mano, no en un acto amoroso ni similar, sino de casualidad (¿causalidad?) y me vi tan desprotegida, tan sola y tan infantil, con tantas ganas de que no me soltaran y, sin embargo, me soltó. Gracias y adiós. Fue una transacción.
¡Cuánta pinche soledad!
También me quitaron el libro de Pizarnik.
Y me quedé toda la noche esperando a Nadezhna, la que nunca apareció.
¡Cuánta pinche soledad!
También me quitaron el libro de Pizarnik.
Y me quedé toda la noche esperando a Nadezhna, la que nunca apareció.
2 comentarios:
Segundos que transcurren en exquisita lentitud...
aunque después nos habrá parecido tan corto
Puta madre.
(primer comentario en un blog en mucho tiempo, y resulta ser ese)
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