No soy persona de presentimientos. Mi sexto sentido está muerto (los otros bastante atontados ya). A veces me invento que sé lo que va a pasar, aunque en realidad no lo crea. De una de esas invenciones me vino al recuerdo un cuento de García Márquez (hombre del que yo ya ni voy a opinar): María Dos Prazeres. Lo volví a leer a principios del año (es largo y medio soso para leerlo más de una vez, pero de eso tampoco voy a opinar). Lo vuelvo a leer ahora. Me gusta porque casi al final María Dos Prazeres, seguida hasta su departamento por un hombre al que poco conocía, dice sobre un sueño premonitorio que le había dado seguridad a sus días: "¡De modo que no era la muerte!". Y es demasiada verdad que a veces se malinterpreta, a veces no es la muerte lo que va a llegar.
...y entonces comprendió que había valido la pena (...) aunque sólo hubiera sido para vivir aquel instante.
...y entonces comprendió que había valido la pena (...) aunque sólo hubiera sido para vivir aquel instante.
3 comentarios:
Te inventas tus presentimientos. ¿Te inventas tus sueños, como Dante Ferreti?
Y eso es precisamente lo que hay que hacer, ¿no?
Me los invento, luego vienen de lejos a cumplirlos. Así es la cosa.
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