Mi papá tenía una ouija poseída por el demonio. Se movía sola. Un día decidió quemarla. Lo consiguió sólo después de muchos intentos. Cuando al fin el fuego dejó de apagarse y la ouija se consumió todita, se escuchó el llanto de un niño. Eso cuenta él.
Hace como siete años (antes de la quemazón) mis amigas quisieron jugar. Como yo confiaba en la palabra de mi papá, y creía firmemente que esa ouija estaba poseída por el demonio, les dije que no podían preguntar nada personal, sólo cosas sin importancia, para que el espanto no nos tomara tan en serio. Nada más para ver si de verdad se movía sola. Preguntamos primero si José Carlos iba a terminar con Queso. Dijo que sí. Luego preguntamos si Leonardo DiCaprio se ganaría un oscar. Dijo que no. Después ya nos dió miedo (eramos chicas y muchas y en el grupo se encontraba la llamada "Paola Miedos", la histeria colectiva no podía faltar), la metimos en su cajita y nos fuimos.
Como un año después José Carlos terminó con Queso.
Este 2005 me entristecí cuando supe que Leonardo DiCaprio estaba nominado al oscar. La ouija endemoniada, la del llanto desgarrador del niño, por la que nunca entraba al cuarto donde la guardaban, iba a fallar en su predicción. Todo mi susto se iba a ver burlado por Jack el del Titanic. Chale.
Anoche llegué a mi casa y pregunté: "¿Leonardo DiCaprio se ganó el oscar?" Mi mamá dijo: "No".
Cuánta tranquilidad. Mi miedo sigue siendo fundamentado. La tabla sí estaba endemoniada. La ouija no mintió.