Los días productivos

Promueve Graciela la búsqueda de buenas personas

Pues la cosa es que no se hizo nada de nada. A mí la Semana de los Valores me tiene muy sin cuidado. Qué bueno que promocionen una juventud llena de gente buena, qué malo que su utopía no funcione porque la gente buena no existe.

Yo llego eternamente tarde, así me gusta hacerlo y no puede ser de otra manera. No hay evento que amerite mi puntualidad. No hay humano que amerite mi bondad. Yo soy buena, un bellísimo ser humano, pero nadie parece darse cuenta espontáneamente de ello. Tengo que andar por la vida diciendo: “Mírame, soy una buena persona, escógeme a mí”. No, no les importa. Disfrutan más de las malas intenciones. Pinche bola de gente echada a perder. Ya me quiero ir a dormir.

En el CUCEA acontecen cosas de total irrelevancia y uno tiene que andarles dando d-i-f-u-s-i-ó-n. Repito: pinche bola de gente echada a perder. ¿A mí que me importan los sucesos de la vida económico administrativa? Hoy más que nunca ¿Yo que hago aquí? Ya, déjenme ir. Soy mala periodista. No se me da mi real y pontificia gana informar. No me importa que los demás no se enteren del montón de cosas pendejas de las que yo me entero por obligación.

En este párrafo debo dar hechos concretos, he llamado ya la atención de mi lector. Ahora informar. Pues te informo, querido lector, que tengo 22 años, una madre, un padre, un carro para recorrer las calles de mi vida y una cama para dormir. Sólo eso y nada más. De grande quiero ser unicornio. De grande quiero ser todo lo que ahora no soy. De grande, sin embargo, seré una periodista sin vocación o una mala maestra de secundaria que no logrará hacer que sus pupilos amen la literatura. Yo antes la amaba, pero ya no. M. me rompió toda la ilusión. Pinche M. Todo mundo me rompe la ilusión. Por eso no soy ni unicornio ni todo lo que ahora no soy. Pinche gente. Sí, pinche bola de gente echada a perder.

Mi trabajo es la redacción. Soy la mejor redactora de la vida y el mundo. Lo soy, sobre todo, porque evito las redundancias -pinche bola de gente echada a perder- y porque nunca doy datos intrascendentes –tengo mucho sueño-. Yo sólo comunico cosas importantes como: el mundo apesta. A que esa no te la sabías, inocente lector. Mi trabajo es la redacción. Soy la mejor redactora de la vida y el mundo.

Aquí es donde comienzo a cerrar la nota. Letra Arial, 11 puntos, máximo una cuartilla. El final es siempre importante. Palabras rotundas, concluyentes. Termina la parte laboral de mi día, comienza la de estudiante. Me voy a cubrir con las salitrosas paredes de la facultad, allá donde el mar no recuerda, allá donde las novelas rosas son despreciadas, donde todo es despreciado, allá donde yo me siento bien.

Me voy con la frente en alto, orgullosa de ser periodista sin vocación, de ser la peor redactora de la vida y el mundo (¿que no era la mejor?), de no haber hecho nada en toda la mañana. Y como dijo el sabiopensador y poeta urbano Ricardo Arjona: “El problema no es problema”. Me voy, pues, orgullosa de ser yo.

Graciela Romero
Unidad de Difusión